miércoles, 29 de diciembre de 2010

Todo lo vivo muere

Que no se te olvide que tu mirada una vez se ocultó tras una hoja de parra.

Que no se te olvide que mis manos bebieron el sudor de tus poros.

Que no se te olvide el susurro de los zorzales, antes de que cayeran los arreboles.

Que no se te olvide el muro que gozó acariciándote los cabellos.

Que no se te olviden las romanzas de los perros vagos, después de mirarnos perdidos entre la libido.

Que no se te olvide el sollozo de los puentes, después de despedirnos de la luna.

Que no se te olvide el alegre crepitar de los aromos en nuestras tardes de arroyo; esas que se enamoraron de tus besos.

Que no se te olvide el despertar de la mañana con olor a pan amasado.

Que no se te olvide la bicicleta donde viajaron nuestras aventuras pedregosas.

Que no se te olvide el tren que escuchó tus gemidos, para después seducirlos con su canto.

Que no se te olvide la sombra del nogal donde durmieron esos sueños picoteados por los carpinteros.

Que no se te olvide el husmeó de los guijarros cuando nos bañamos en el río donde daban a luz las truchas.

Que no se te olviden los jinetes que nos prodigaron sonetos de Garcilaso.

Que no se te olvide que vimos tejer sandalias a los girasoles.

Que no se te olvide que el siroco también nos espió cuando conversamos con los grillos.

Que no se te olvide que nuestras risas corretearon a las noches estivales.

Que no se te olvide la última partida de ajedrez jugada por las golondrinas.

Que no se te olvide que nuestras albas vieron pasar el cortejo de los ciruelos.

Que no se te olvide que los árboles vacíos nos advirtieron de que nuestras pasiones caerían sin rumbo como sus hojas.

Que no se te olvide que la lluvia nos tendió una trampa.

Que no se te olvide la escarcha caída de los faroles.

Que no se te olvide el aroma de la bruma persiguiendo nuestros deseos.

Que no se te olvide que la nieve escribió epístolas para retratar tu llanto.

Que no se te olvide que mi pena divaga por las calles de una metrópolis amodorrada, en busca del centelleo que bailó en tus ojos.










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